sábado, 25 de abril de 2009

El mito de Abraham

Abraham es uno de los referentes religiosos que causa más fascinación. El término "religiones abrahámicas", acuñado por el Islam, se refiere a los 3 sistemas religiosos más influyentes en occidente: Cristianismo, Islam y Judaísmo. Otras religiones muy minoritarias también tienen en Abraham un referente. Entre todas ellas superan largamente el 50% de la población mundial.

Judíos y árabes se refieren a él como "Nuestro padre Abraham", y lo dicen de un modo literal. Según el Génesis Abraham tuvo un primer hijo, Ismael, con Agar, esclava de su esposa. Más tarde tuvo un segundo hijo, Isaac, con su esposa. Árabes y judíos se consideran descendientes de Abraham por la línea de Ismael e Isaac respectivamente. Mahoma se dice descendiente de Ismael. El cristianismo, por su parte, también reclama la paternidad de Abraham, si bien de un modo espiritual. Las referencias de Jesús a Abraham se encuentran en todos los evangelios, ("Puesto que sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham". Juan 8:39).

La historia de Abraham se desarrolla entre los capítulos 12 y 25 del Génesis. La cuarta parte del libro. Y lo cierto es que no hay en ella muchos hechos extraordinarios. Es un personaje con sus virtudes (estremecido por la inminente destrucción de Sodoma y Gomorra trata de negociar con Yahvé para evitarlo) y miserias (cuando viaja a Egipto le pide a su mujer que se finja hermana, para evitar problemas con los egipcios). Muy devoto, pero también en su devoción tiene límites, reacciona con incredulidad cuando Yahvé le anuncia que su ya menopáusica mujer le dará a luz un hijo. Y sin embargo Yahvé tiene con él una relación muy especial:

De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todoslos linajes de la tierra.(Génesis 12:2-3)

Yahvé establece con Abraham una alianza eterna que incluirá a su descendencia. Serán reyes y les dará el país de Canaán. Tal alianza se sellará con la circuncisión por parte de todos los varones.

Abraham no es pues objeto de consideración únicamente por los seguidores de las religiones abrahámicas. La deferencia que le muestra Yahvé no tiene parangón con ningún otro personaje en el Antiguo Testamento. Pero, ¿qué merito cumple para recibir tantas y tan inmensas atenciones?

En realidad sí que hay en la historia de Abraham un hecho extraordinario. Es muy conocido:
Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham, le dijo "¡Abraham, Abraham!". Él respondió: "Aquí estoy". Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré". A la madrugada del día siguiente, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado (…)

Recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. Isaac rompió el silencio y dijo a su padre: "¡Padre!". Él respondió: "Sí, hijo mío". "Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?". "Dios proveerá el cordero para el holocausto", respondió. Y siguieron caminando los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡
Abraham, Abraham!". "Aquí estoy", respondió él. Y el Ángel le dijo: "No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único". (...)

"Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz".
(Génesis 22:1-2, 6-10, 16-18)
Tal es el mérito de Abraham: la obediencia a Dios hasta el punto de matar a su hijo. Y tal como dice Yahvé es la recompensa que judíos, árabes, y cristianos reclaman para sí mismos como descendientes de Abraham. Es de señalar que los árabes manejan una versión ligeramente distinta en la que el hijo elegido para el sacrificio no fue Isaac, sino su pretendido antepasado Ismael.

El mito no es inocente. Como dice Bronislaw Malinowsky, entre las funciones de los mitos está la protección e incluso imposición de unos principios morales. La enseñanza moral de esta historia es clara: el hombre debe obedecer la voluntad de Dios sobre todas las cosas. Sin importar lo absurdo o inmoral que puedan parecer sus ordenes, han de ser cumplidas. Pero Dios no habla directamente a los hombres, suele reservar esta vía de comunicación a los profetas. Para comunicarse con la gente común Dios tiene como interlocutores a los profetas y a los sacerdotes. Es pues a ellos a quienes en la práctica debemos obediencia ciega. Sacerdotes y profetas, precisamente los que escribieron y enseñan la historia de Abraham. La inocencia aquí no tiene lugar.

La influencia del mito, sin embargo, no se restringe al ámbito religioso. Nunca lo hace, no hay compartimentos estancos en la mente. Hace poco hablé (aun tengo que acabar) de los experimentos de Milgram, en los que se pone a prueba hasta qué punto una persona es capaz de realizar un acto malvado porque así se lo ordena la autoridad. Esto es, precisamente, lo que Yahvé hace con Abraham: ver hasta qué punto su obediencia es ciega. Y así es que tras cada "profesor" que en el experimento de Milgram es incitado a torturar al "alumno", tras cada persona que es retada por la autoridad del momento a realizar el mal, está el fantasma de Abraham diciéndole que sí, que adelante, que su obligación es obedecer y que no se aflija, tal vez la autoridad, en el último momento, se muestre misericorde.

Pero a diferencia de lo que le ocurre a Abraham, la autoridad no dará marcha atrás. Que la gente se haga ilusiones con esto es tambien una de las funciones del mito.

Angel impidiendo el sacrificio de Isaac, de Julius Schnorr von Carolsfeld

2 comentarios. Haz el tuyo.:

Anónimo dijo...

Es posible que fuera Abraham quien ponía a prueba a Dios ¿eres capaz de pedirme algo así? ¿mereces seguir siendo mi Dios después de pedirme algo así?
Una sociedad que plantea la tortura como algo necesario es éticamente reprobable y carece de credibilidad.

rafael dijo...

aqui confundes el papel del profeta con el del sacerdote. Uno y otro tienen funciones opuestas. El profeta habla en representacion de Dios ante el pueblo, en cambio el sacerdote habla ante Dios y ofrece sacrificios en representacioin del pueblo. El oficio del sacerdote en el nuevo pacto cristiano una vez que Cristo a sido sacrificado ya no tiene razon de ser, pues CristoJesus es el sacrificio perfecto unico que quita el pecado y si ya no hay mas sacrificio ya no hay mas sacerdocio Cristo es el sumo sacerdote ahora.