lunes, 27 de diciembre de 2010

Manifiesto por una universidad libre de pseudociencias y oscurantismo

Ante la cada vez más abundante proliferación de conferencias, cursos, seminarios y todo tipo de actividades que diferentes corrientes pseudocientíficas están desarrollando dentro del marco de las universidades españolas y latinoamericanas, tendencia que cristaliza en la reciente creación de una Cátedra de Investigación sobre Homeopatía en la Universidad de Zaragoza, los abajo firmantes (científicos, profesores, alumnos y ciudadanos en general) nos vemos en la necesidad de manifestar lo siguiente:

La colaboración entre la Universidad y la Empresa, así como con otros organismos y agentes sociales es enriquecedora, productiva y debe ser considerada como una de las prioridades de la política universitaria. Los acuerdos y contratos para la transferencia de resultados de la investigación a la empresa privada pueden representar una importante fuente de financiación para las universidades públicas; los cuales, desarrollados convenientemente, permiten una mayor productividad científica y la optimización de las aplicaciones de tal actividad. Sin embargo, creemos que no es justificable que la Universidad busque vías de financiación a cualquier precio, y aún menos si con ello pervierte su filosofía y fines fundamentales.

La Universidad Pública, como cualquier otro organismo de la administración, debe estar al servicio del ciudadano, manteniendo un contacto permanente con la sociedad de la que forma parte, mediante una comunicación constante que permita la sintonía entre el mundo universitario y las necesidades sociales. Para cumplir estos objetivos, la Universidad debe ser un adalid en lo referente a innovación y a exploración de nuevos caminos para el conocimiento. La Universidad nunca debe ser una estatua, sino una animación en constante movimiento.

No es posible entender la función investigadora y el compromiso social de la Universidad sin la imbricación con su papel fundamental en la formación de ciudadanos libres, capaces de enfrentarse al mundo mediante una mentalidad crítica que les permita escapar de las cadenas de la irracionalidad, la superstición y la ignorancia. Esta función docente, completamente consustancial a la institución universitaria, va más allá de las aulas, al representar la Universidad un referente en cuanto a conocimiento y racionalidad para toda la sociedad.

En este sentido, la Universidad juega un papel muy importante ante el avance que en la sociedad contemporánea están teniendo determinadas corrientes anticientíficas y antirracionales, que pueden suponer un significativo retroceso hacia el oscurantismo y la superstición, algo que se encuentra en el polo opuesto de los objetivos universitarios. Nos preocupa, como universitarios y como ciudadanos, que bien entrado el siglo XXI cada vez prolifere un mayor número de terapias más próximas a la magia que a la medicina, en muchas ocasiones amparadas por instituciones y empresas médicas profesionales; nos preocupa que presidentes de gobierno consulten astrólogos; que pulseras mágicas declaradas oficialmente fraudulentas sean portadas por ministros de sanidad y constituyan el regalo más vendido de las últimas navidades; que cada vez haya más ciudadanos que crean firmemente que las vacunas son tóxicas y nefastas para la salud; que aumente el número de enfermos que abandonan el tratamiento médico para abrazar alternativas esotéricas; nos preocupa muy seriamente que gran parte de la población vuelva a confiar más en los curanderos que en la medicina científica.

Nos preocupa que la Universidad pueda convertirse en un mercadillo que de cabida a cualquier alternativa irracional al conocimiento científico. Sólo una mal entendida apertura de mentalidad puede justificar que se enseñe alquimia en las Facultades de Química, ufología en las de Física o el diluvio universal en las de Historia. Ofrecer el foro universitario a las pseudociencias, en igualdad de condiciones con el conocimiento racional, no se traduce en ningún enriquecimiento cultural, sino en una validación universitaria de la superstición y la charlatanería. Difícilmente podremos educar a nuestros hijos sobre la inexistencia de bases empíricas en la predicción astrológica si van a encontrar en el campus universitario cursos de postgrado en astrología.

Reza una de las máximas en ciencia que la razón no debe aceptar algo como cierto sólo porque lo afirme mucha gente o porque lo suscriban personajes importantes, y que siempre es necesario detenerse ante cualquier afirmación y dudar sobre si es o no cierta. Esto obliga a actuar mucho más despacio, a sopesar cuidadosamente las opciones, a avanzar con cautela ante cualquier tipo de propuesta. Y esta es una de las cosas que creemos firmemente que debe enseñarse en las universidades.

Por todo ello, nos preocupa que la Universidad de cabida a cursos sobre acupuntura, a conferencias sobre creacionismo, a seminarios sobre astrología y a cátedras sobre homeopatía. Nos preocupa especialmente si no se enfocan como un debate crítico y un análisis racional, sino con un presupuesto de funcionalidad y validación científica de los que no sólo carecen, sino que están en frontal oposición al espíritu crítico universitario.

En el caso concreto de la homeopatía, aunque de igual aplicación para el resto de pseudociencias, no se ha demostrado científicamente ni su fundamento teórico (que contradice nuestros conocimientos sobre química y medicina más elementales), ni su efectividad más allá de un placebo. Décadas atrás, se destinaron importantes estudios a buscar una posible base en los postulados homeopáticos, los cuales no han variado significativamente en doscientos años, base que jamás se encontró.

Nos resulta extremadamente paradójico que mientras gobiernos europeos retiran fondos y apoyos estatales a la práctica homeopática, en España se instauren cátedras dentro de las universidades públicas. El aval que esto supone, sitúa a la homeopatía, a la astrología o al espiritismo dentro de la categoría de disciplinas universitarias; máxime cuando no nos encontramos exclusivamente ante una actividad de investigación sobre un fenómeno dudoso, sino ante una institucionalización dirigida a la formación y divulgación de estos postulados.

Consideramos por último, que si bien está justificado profundizar y destinar fondos a cualquier aspecto que pueda ser investigado, la especial situación económica actual convierte la inversión de esfuerzo y medios en este tipo de disciplinas totalmente desacreditadas en un acto de puro despilfarro de recursos, que podrían emplearse en líneas de investigación y docencia muchísimo más prioritarias.

Las personas que desde distintos estamentos y colectivos de la sociedad suscribimos este manifiesto, deseamos llamar la atención sobre este importante aspecto al conjunto de la población y, especialmente, a las autoridades académicas y gubernativas, confiando en que la razón acabe imponiéndose sobre la superstición y el oscurantismo.

URL: http://www.peticionpublica.es/PeticaoVer.aspx?pi=lcyd




Extraido de http://www.escepticos.es/?q=node/471

viernes, 18 de junio de 2010

Una de marcianos

- Señor, ya ve que los informes elaborados por inteligencia son concluyentes: la situación en Afganistán está empeorando y dentro de un año los insurgentes podrían estar ya en condiciones de plantear pequeñas batallas en campo abierto. Es necesario tomar medidas urgentes.

- General Truman, eso que dice es muy preocupante. El electorado está ya suficientemente mosqueado con la situación en Irak y no nos podemos permitir esa posibilidad. Hay que atajarla como sea.

- Señor, el escenario actual no lo hemos creado nosotros, es el que está ahí. La táctica de establecer puentes con los moderados no está dando resultados, como ya le había advertido. La situación se encamina a largo plazo hacia una guerra abierta si no cambiamos de estrategia.

- ¿Qué está sugiriendo?

- Con las fuerzas con que disponemos ahora apenas podemos mantener el equilibrio, situación que como puede ver favorece a largo plazo al enemigo. Se lo he dicho muchas veces antes y se lo vuelvo a repetir: necesitamos más tropas.

- General, me habla de su situación, pero ya sabe cómo están también aquí las cosas. No podemos permitirnos aumentar las tropas en Afganistán. Tendrá que esperar a que la situación en Irak se normalice y eso, no nos engañemos, va a suceder muy lentamente, si es que sucede. Tiene que pensar en alguna otra alternativa.

- Lo siento, señor. Todas las alternativas están consideradas. Para que Afganistán no se nos escape de las manos es necesario duplicar el número de efectivos cuanto antes.

- ¡Maldita sea! Eso que me está pidiendo es imposible. ¡Tiene que controlar cuanto antes el país! ¡Es su trabajo!

- Señor, discúlpeme, pero su trabajo consiste en proporcionarme los medios necesarios para que yo pueda hacer el mío. Necesitamos su ayuda. Tiene que encontrar alguna manera de poder enviar más tropas y hacérselo entender al pueblo. No hay alternativa.

- Mierda. En fin, ya pensaré en algo, General Truman. A veces este me parece una mierda de trabajo. Ya es viernes, pero no recuerdo cuando fue el último fin de semana que pude descansar en paz. En fin, ahora tengo que llevar a mis hijos a ver esa película de marcianos, "Avatar". Reunámonos de nuevo el próximo lunes, a ver si este fin de semana se me ocurre algo.

The New York Times:

Los Estados Unidos han descubierto minerales sin explotar en Afganistan por valor de un billón de dólares.(...) un memorandum interno del Pentagono, por ejemplo, dice que Afganistan podría convertirse en la "Arabia Saudí del litio", material clave en la fabricación de baterías para móviles y portátiles.


lunes, 10 de mayo de 2010

¿Supersiciones razonables? (y II)

Sabiendo que hay supersticiones ventajosas y otras que (lo daremos por evidente) no lo son, sería una gran cosa que existiera algún criterio que nos permitiera discriminar unas de otras.

Ya he apuntado un posible criterio: la propia supervivencia de la superstición. Si ésta sobrevive durante mucho tiempo, es improbable que sea mala. Es éste un criterio que, con mucha precaución, podríamos calificar de “darwinista”. Luego veremos hasta dónde se puede llevar la analogía con el darwinismo y las consecuencias de ello.

Pero éste no es un criterio muy satisfactorio. Nada nos dice del grado de bondad de una superstición que resulte ser persistente. ¿Hay alguna razón de fondo para temer los encuentros con los gatos negros o para desear encontrar un trébol de 4 hojas? ¿O simplemente éstas son supersticiones que persisten porque aunque no son positivas para quienes las creen, tampoco tienen malas consecuencias? Además, este criterio no nos dice nada acerca de qué ocurriría si las circunstancias cambiaran.

Lo deseable sería encontrar un criterio que pudiera ser aplicado con antelación, sin necesidad de esperar para ver los efectos de la superstición. ¿Existe tal criterio? Sí, existe, ocurre que él mismo vuelve estúpidas e innecesarias las supersticiones, de modo que si estamos en condiciones de poder aplicarlo, podemos perfectamente descartar la superstición por positiva que ésta pudiera llegar a ser. Me explico.

He apuntado antes a un posible criterio “darwinista”, pero ¿en qué consiste el darwinismo? con frecuencia se entiende que la base del darwinismo está en “la supervivencia del más apto” (o, aun más burdamente, en “la supervivencia del más fuerte”). Pero en realidad esto no nos dice nada. Sobrevive el más apto, bien, pero ¿cómo sabemos que es el más apto? Pues porque ha sobrevivido frente a los otros. Un razonamiento circular que no lleva a ningún sitio.
Podemos romper el círculo si referenciamos dicha “aptitud” respecto al entorno en el que vive el individuo. Pero entonces mejor es que hablemos de “la supervivencia del más adaptado”, queda mucho más claro.

¿Y cómo podríamos saber a priori que una malformación o mutación genética en un individuo lo hace más apto [adaptado] para la supervivencia, sin esperar a ver si sobrevive o no? Solo hay una manera: Estudiamos el entorno, vemos si ha cambiado, estudiamos el individuo antes y después de su mutación, y vemos finalmente si el cambio producido le supone más ventajas que inconvenientes en el nuevo (o viejo) entorno. Resumiendo: hacemos ciencia (biología).

Volvamos de nuevo a las supersticiones. ¿Podríamos hacer algo análogo? ¿Cómo sabríamos a priori si una superstición supone o no una ventaja? Pues deberíamos hacer lo mismo: estudiar la superstición y el entorno en el que se desarrolla, o sea, hacer ciencia ciencia. Lo que pasa es que mientras que para el darwinismo podía bastar con la biología, ahora podemos necesitar muchas otras ciencias, según sea la naturaleza de la superstición.

Así pues ese es el criterio que buscábamos: la ciencia.

Ahora bien, si la ciencia tiene un grado de desarrollo suficiente como para poder ser empleada como criterio para determinar si una superstición es de las "ventajosas" o no, entonces ocurre una cosa: las supersticiones pierden su razón de ser. Si sabemos que una superstición es de alguna manera ventajosa, no necesitamos la superstición, sino que podemos ir a la raíz del asunto. Por ejemplo, si averiguáramos (es un suponer) que los gatos indican presencia de ratones y que los ratones son portadores de enfermedades, no necesitaríamos huir de los gatos negros, sabríamos ya muy bien lo que tendríamos que hacer con gatos y ratones.

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Supersticiones razonables? (I)

Las supersticiones suelen ser nada más que meras supercherías sin valor alguno. Sobre todo en el caso de las más fugaces, casi siempre grandes memeces sin la más mínima base racional desde el mismo momento de su nacimiento. La pulsera de moda llamada “Power Balance”, emblema de la estupidez de quien sea que la porte, es un buen ejemplo. En un interesante artículo que traduje más mal que bien sobre los "efectos curativos de la radioactividad", que causaron furor al principio-mediados del siglo pasado, tenemos otro.

Sin embargo no siempre es tan sencillo. Marvin Harris describe en varios de sus libros la racionalidad subyacente a muchas supersticiones. Por ejemplo, en “Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura” Harris nos descubre que hay poderosas razones económicas para que los árabes tengan prohibida la carne de cerdo o para que los hindúes consideren sagradas a las vacas. Razones de las que casi nunca son conscientes las propias personas que sostienen las supersticiones, pero que sin embargo están ahí y son causa secreta del triunfo de la superstición.

Tampoco debería sorprendernos mucho esto, al fin y al cabo una superstición que fuera nefasta para la sociedad haría que dicha sociedad tuviera una importante tara frente a las otras sociedades que compiten con ella. Cabe pues pensar que si una superstición sobrevive durante mucho tiempo en una sociedad esa superstición no puede ser muy negativa, o incluso podría ser positiva, aunque nadie en esa sociedad fuera capaz de explicar racionalmente por qué. (También cabría la posibilidad de una superstición nefasta si la sociedad se desenvuelve en un entorno tan amable que le permite tales lujos, pero pobre de ella cuando ese entorno cambie).

Creo importante puntualizar una cosa: la superstición puede ser buena para la sociedad en que se desarrolla, pero nefasta para los individuos que creen en ella. Un claro ejemplo es la creencia en que los guerreros muertos recibirán una gran recompensa en otra vida . Un guerrero con esa creencia tiene un hándicap importante y bastantes menos posibilidades de sobrevivir que uno que no la tenga. Y sin embargo, una sociedad que inculque esa creencia a sus guerreros tiene por su parte más posibilidades de sobrevivir que una que no lo haga, sobre todo cuando el entorno obliga a una dura lucha por los recursos.

Pero todas las supersticiones, aun las que benefician de alguna manera a la sociedad y a sus individuos, tienen una gravísima tara: son acríticas. Se mantienen por tradición y quienes las mantienen jamás se plantean por qué las cosas han de ser así, al contrario, se levantan tabús para protegerlas. Y ay de aquel que se atreva siquiera a cuestionarlas, muchos han muerto por eso. Ocurre que las circunstancias cambian, y la que un día pudo ser una idea más o menos buena, hoy puede ser pésima, convirtiéndose los tabús en graves taras para la sociedad. No me puedo resistir a traer un extracto de Marvin Harris, "Antropología Cultural":

A mediados del siglo XIX, el descubrimiento de que la triquinosis era provocada por comer carne de cerdo poco cocida se interpretó como una verificación rigurosa de la sabiduría de Maimónides. Judíos de mentalidad reformista se alegraron ante el sustrato racional de los códigos bíblicos y renunciaron inmediatamente al tabú sobre la carne de cerdo. La carne de cerdo, cocida adecuadamente, no constituye una amenaza a la salud pública y, por consiguiente, su consumo no puede ofender a Dios. Esto indujo a los rabinos de convicción más fundamentalista a emprender un ataque contra toda la tradición naturalista. Si Yahvé simplemente hubiera deseado proteger la salud de su pueblo, le habría ordenado comer sólo carne de cerdo bien cocida en vez de prohibir totalmente la carne de cerdo. Evidentemente, se aducía, Yahvé pensaba en otra cosa, en algo más importante que el simple bienestar físico.


Tenemos ahí dos casos: algunos judíos son sensatos y aprovechan el conocimiento científico para analizar críticamente las causas de la superstición y concluir que éstas han cambiado, otros, en cambio, son más conservadores.

(Continuará...)

miércoles, 21 de abril de 2010

Merle Travis. 16 Toneladas

Una de las canciones más versionadas, quizás la versión más conocida sea la de Johnny Cash, pero se le atribuye al cantante de country Merle Travis.



Algunos dicen que el hombre está hecho de barro
Los pobres están hechos de músculos y sangre
Músculos y sangre, piel y huesos
Una mente débil y una espalda fuerte.

(Estribillo):
Cargas 16 toneladas, ¿y qué consigues?
Ser un día más viejo y más hundido en la miseria
San Pedro, no me llames, no puedo ir
Mi alma ya pertenece al almacén de la compañía.

Yo nací una mañana en la que el sol no salió
Cogí mi pala y caminé a la mina
16 toneladas de carbón del 9
Mi capataz digo "Vaya, bendito seas".

(Estribillo)

Yo nací una mañana en la que había llovizna
Peleas y problemas son mi segundo nombre
Me crió en el cañaveral una vieja mamá leona
Y ninguna mujer de alcurnia puede domarme.

(Estribillo)

Si me ves llegar, mejor apártate
Muchos hombre no lo hicieron, muchos hombres están muertos
Un puño de hierro, el otro de acero
Si el derecho no te alcanza el izquierdo lo hará.

(Estribillo)

martes, 6 de abril de 2010

Prensa nauseabunda

Hace unos meses la siguiente imagen pudo verse en la portada del ABC:



El hombre acabó resultando ser inocente, pero el populismo barato cumplió seguramente su función, apuesto a que ese día el ABC hizo unas estupendas ventas. El director del ABC pidió posteriormente disculpas, pero el mal ya estaba hecho. Actualmente, por lo que sé, el asunto está en los tribunales.

Ayer me encontré en la tercera página de El Mundo con esto:



Identificando sin duda alguna a "La autora [única, se entiende] del crimen". Paradójicamente podíamos ver en el mismo periódico a unos familiares de la chica muerta mucho más prudentes que el propio periodista:



Esta mañana, en la radio, oía a algún tertuliano explicar por qué ambos casos son diferentes y éste último es más justificable. No creo que la prensa española tenga remedio.

domingo, 4 de abril de 2010

Falacias argumentativas: la retórica hueca

Se llama retórica al arte de usar correctamente el lenguaje de un modo persuasivo, convincente, dando a las ideas expresadas una forma atractiva. No porque una idea sea correcta debemos renunciar a la retórica, al contrario, en principio las ideas correctas deberían ser con más facilidad expuestas de un modo convincente y deberían tener ventaja en ese terreno. Pero no siempre es así, la falta de prudencia y los prejuicios corrompen la comprensión de las ideas y hacen a las personas impresionables ante pseudoargumentaciones que simplemente están muy bien presentadas. En ocasiones, pues, puede presentarse un discurso convincente que no tiene sin embargo ningún argumento real detrás. En rigor tal discurso no ha de ser necesariamente falaz, pero puede tener los mismos efectos que una falacia: hacer pasar por veraz una argumentación que, o bien es falsa (y entonces sí sería en rigor una falacia), o bien simplemente no existe.

Veamos un ejemplo de esto. El siguiente discurso ha sido formulado en un debate en el que acaba de criticarse la práctica de la especulación y el modo en que, supuestamente, los especuladores distorsionan a veces los precios en un “libre mercado”:


La especulación por mucho que desagrade es un mecanismo económico que rige en la sociedad humana desde tiempos ancestrales. Un ejemplo lo podemos encontrar en el aumento del precio debido a malas cosechas, hasta su bajada por el exceso de grano. Almacenar los excedentes en periodo de bonanza significa poder disponer de él en tiempos peores, el precio en caso de venta será por tanto más alto. Ahora la cuestión ética y moral del precio que es justo pagar por un bien escaso en periodo de escasez, es otra cuestión. El beneficio que se puede obtener de las operaciones que se considera legítimo varía de unas sociedades a otras dependiendo de la cultura, religión, legislaciones y momento histórico.

Resulta muy curioso como esa corriente de pensamiento instado desde los anti sistema, recogido por el socialismo, machacado desde los medios de comunicación y el mundo de la farándula está creando una culturilla de criminalización de tener beneficios en operaciones de compra venta de bienes y servicios respetando la ley en contraste con el tráfico de influencias, información privilegiada y la especulación que se fomenta, mantiene y oculta desde los estamentos políticos, causa de la corrupción generalizada que ha enriquecido a amigos, familiares y políticos a costa del ciudadano. Como siempre los arboles no nos dejan ver el bosque y nos entretenemos mirando el dedo en vez de mirar lo que señala.


Un buen empleo de la retórica, el discurso parece convincente, cuenta “las verdades del barquero” de un modo muy claro, pero ¿hay alguna argumentación sólida detrás? Veamos.
  • Parece decirse que la especulación es buena porque es antigua (además, se da un ejemplo de esto). Esta podría ser una falacia de apelación a la tradición. Sin embargo no se dice exactamente que sea buena por ser antigua. También se puede interpretar aquí que se insinúa que la especulación es inherente a toda sociedad humana. En ese caso se estaría presentando un argumento susceptible de refutación, pero no necesariamente falaz (si la especulación es inherente a la sociedad humana, ciertamente sería un error tratar de crear una sociedad humana sin ella). El caso es que no se dice ni una cosa ni la otra, pero se apunta a ambas.
  • También se dice que la cuestión moral acerca de la especulación es relativa, que diferentes sociedades lo valoran de distinto modo. Esto es cierto, pero ¿y qué? ¿Se puede concluir algo de ahí? No, salvo que el contradictor mantenga una postura absoluta (no era el caso).
  • Por último, se señala que diversos grupos rechazan la especulación mientras que apoyan otras cosas supuestamente peores. De nuevo nos preguntamos ¿Y qué? ¿Algo se puede concluir de ahí? Parece una falacia de argumento ad hominem, aunque de nuevo podríamos interpretar el discurso de otra manera.


En definitiva, no queda muy claro lo que pretende argumentar el discurso, ni siquiera está claro que se pretenda argumentar algo, y sin embargo la intención del autor parece bastante clara: defender la especulación (o, al menos, atacar a quienes la atacan). Pero ¿cómo podemos saber que este discurso es únicamente retórica sin ningún argumento sólido detrás?

Si el discurso es pura retórica, su forma ha de servir para defender cuestiones que nada tienen que ver con la que en principio se pretende. Hagamos un experimento:

La especulación El aborto por mucho que desagrade es un mecanismo económico de control demográfico que rige en la sociedad humana desde tiempos ancestrales. Un ejemplo lo podemos encontrar en el aumento del precio debido a malas cosechas, hasta su bajada por el exceso de grano en la costumbre espartana de eliminar a todos los niños que nacían con malformaciones. Almacenar los excedentes en periodo de bonanza significa poder disponer de él en tiempos peores, el precio en caso de venta será por tanto más alto. Eliminar a quienes tienen peores posibilidades de sobrevivir ahorra inútiles esfuerzos a la sociedad que puede centrarse en la crianza de los hijos más aptos. Ahora la cuestión ética y moral del precio que es justo pagar por un bien escaso en periodo de escasez de si puede eliminarse alegremente una vida humana, es otra cuestión. El beneficio que se puede obtener de las operaciones de estas prácticas que se considera legítimo varía de unas sociedades a otras dependiendo de la cultura, religión, legislaciones y momento histórico.

Resulta muy curioso como esa corriente de pensamiento instado desde los anti sistema grupos religiosos, recogido por el socialismo la derecha, machacado desde los medios de comunicación y el mundo de la farándula “cultura” está creando una culturilla de criminalización de tener beneficios en operaciones de compra venta de bienes y servicios respetando la ley del aborto en contraste con el tráfico de influencias, información privilegiada y la especulación que se fomenta, mantiene y oculta desde los estamentos políticos, causa de la corrupción generalizada que ha enriquecido a amigos, familiares y políticos a costa del ciudadano el apoyo a la pena de muerte, guerras ilegítimas y la explotación del tercer mundo. Como siempre los arboles no nos dejan ver el bosque y nos entretenemos mirando el dedo en vez de mirar lo que señala.



Curioso ¿verdad? Con algunos cambios que han respetado fielmente el esquema del discurso, creamos un nuevo discurso que parece defender el aborto.

Pero realmente no hemos demostrado nada respecto al discurso original. Bien pudiera ser, aunque parezca extraño, que tanto el aborto como la especulación puedan ser defendidos efectivamente con argumentaciones similares. Lo peor viene ahora:

La especulación La planificación económica centralizada por mucho que desagrade es un mecanismo económico que rige en la sociedad humana desde tiempos ancestrales. Un ejemplo lo podemos encontrar en el aumento del precio debido a malas cosechas, hasta su bajada por el exceso de grano en el episodio bíblico del sueño de Faraón con las 7 vacas flacas que se comen a las 7 vacas gordas. Almacenar los excedentes en periodo de bonanza significa poder disponer de él en tiempos peores, el precio en caso de venta será por tanto más alto. José interpreta dicho sueño como que se avecinan 7 años de escasez lo que permite al Faraón hacer acopio de grano durante los años de abundancia, permitiendo a Faraón salvar la crisis que se avecina. Ahora la cuestión ética y moral del precio que es justo pagar por un bien escaso en periodo de escasez de lo que es justo intervenir en la economía, es otra cuestión. El beneficio que se puede obtener de las operaciones de estas prácticas que se considera legítimo varía de unas sociedades a otras dependiendo de la cultura, religión, legislaciones y momento histórico.

Resulta muy curioso como esa corriente de pensamiento instado desde los anti sistema el liberalismo radical, recogido por el socialismo el conservadurismo, machacado desde los medios de comunicación y el mundo de la farándula determinada pseudointelectualidad está creando una culturilla de criminalización de tener beneficios en operaciones de compra venta de bienes y servicios respetando la ley de la intervención del Estado en la economía en contraste con el tráfico de influencias, información privilegiada y la especulación que se fomenta, mantiene y oculta desde los estamentos políticos, causa de la corrupción generalizada que ha enriquecido a amigos, familiares y políticos a costa del ciudadano la imposición de aranceles a la importación y medidas proteccionistas que los Estados ricos tenidos como los “no intervencionistas” realizan, sin embargo, aun en aquellos pocos mercados en que no compiten con ventaja. Como siempre los arboles no nos dejan ver el bosque y nos entretenemos mirando el dedo en vez de mirar lo que señala.



Y aunque puede ocurrir que el mismo esquema argumental sirva para defender posturas que pertenecen a ámbitos distintos, si el mismo esquema sirve para defender dos posturas que son claramente contradictorias, evidentemente se trata de un esquema que podrá estar más o menos bien presentado, pero que no argumenta realmente nada, pura retórica hueca.

lunes, 1 de marzo de 2010

Falacias argumentativas: la falsa equidistancia

La falsa equidistancia, o una equidistancia fingida, es una falacia a la que se recurre en ocasiones cuando una persona quiere fundamentar su preferencia por un subgrupo dentro de un grupo general, pero argumentar directamente a favor de ese subgrupo le es difícil, bien porque ese subgrupo es difícil de defender, bien por simple incapacidad de la persona.

La falacia se desarrolla en dos partes:

  • En primer lugar, nuestro sujeto parte de la afirmación de que todos [los subgrupos] son iguales. En realidad no opina en absoluto que todos sean iguales, solo es una impostura, pero de esta manera puede apoyarse en ciertos prejuicios socialmente muy extendidos, en concreto, una grotesca imagen de la idea de igualdad.
  • En segundo lugar, que es a donde se quería llegar desde un principio, se incide en las [supuestas] ventajas del subgrupo al que se pretendía apoyar, por lo que finalmente resulta que en realidad no todos eran iguales. Esta conclusión no se suele expresar de forma explícita, normalmente se deja que sea el interlocutor el que la tome, de modo que le pueda parecer idea suya.
Un ejemplo que he visto muy recientemente de esta falacia son algunas defensas que se hacen de la dictadura cubana: En primer lugar, se recurre a la falsa equidistancia (“Todos los Estados se extralimitan en sus funciones”, o algo parecido) para a continuación diferenciar (“Pero al menos en el Estado cubano el gobierno sí que se ocupa de los más desfavorecidos”) y romper, definitivamente, la equidistancia.

Otro ejemplo que he encontrado muy frecuentemente: se parte de que “Todos los políticos son iguales”, para concluir que “pero al menos los de derechas son buenos gestores”.

Por supuesto, se podrían encontrar ejemplos de esta falacia en prácticamente cualquier debate: política, fútbol, empresas,…

Por último, quisiera observar que cuando se dice "todos los [lo que sea] son iguales", esta afirmación no solo es casi siempre falsa, sino que siendo falsa, beneficia precisamente a los peores, pues así quedan igualados con los mejores.

viernes, 19 de febrero de 2010

El rincón del magufo

Acabo de añadir una sección nueva a la bitácora: El rincón del magufo. La podéis ver en la columna a la derecha justo debajo de las "Bitácoras que sigo". Es una cosa a la que le llevo dando vueltas desde hace algún tiempo. El tema me resulta interesante, como sabréis todos los que me conocéis, pero siempre he tenido la duda... ¿colaborar a la difusión de esas páginas enlazándolas desde mi bitácora? He decidido que sí. Las páginas tienen su interés, pues muestran el modo de sentir y pensar de una parte de la sociedad, una parte muy importante y de la que en otras partes de la sociedad no se sabe absolutamente nada. Esta ignorancia es muy peligrosa, podrían acabar enterándose cuando el monstruo sea ya demasiado grande (en realidad ya lo es). Confío, además, en que los que se asoman ahí desde mi sitio lo hagan con un sentido crítico. Así que ahí tenéis: Ovnis, teorías conspiratorias, medicinas alternativas, y cosas que muchos ni sabréis que existen. Comienzo con solo dos páginas, pero ya iré creciendo la sección.

lunes, 1 de febrero de 2010

Odio

Muchos sabréis que además de en esta bitácora (y algunas otras) escribo en algunos foros, fundamentalmente en los que podéis ver en la columna de la derecha, bajo el título "Otros sitios de debate". Uno de ellos es el foro Filosofia_IRC, un foro en principio de filosofía y que en la práctica suele centrarse en cuestiones políticas. Un sitio al que tengo cierto cariño, es el primer lugar de internet en que escribí, hará qué se yo cuantos años, tal vez 15.

Este fin de semana sufrí allí una "arremetida" cibernética que me resulto perturbadora. La cosa comenzó con un breve mensaje de zprisima, un viejo conocido (alguna vez se ha pasado por esta bitácora). Es alguien que tiene cierta obsesión por "los progres", detesta todo lo que a progre le suene, y entre tales cosas estoy yo. Curiosamente a mi parece tenerme a pesar de todo cierto respeto. Su mensaje creo que tenía sobre todo la intención de provocar, aunque tampoco tengo duda de que refleja su modo de pensar. Yo, tras pensármelo, decidí responderle de un modo también provocativo. He aquí el intercambio (lo transcribo casi literalmente, zprisima en rojo y yo en azul, con algunas modificaciones irrelevantes que ayudan a seguir la conversación):

- Zprisima: Como siempre, Berlusconi, haciendo amigos progres.
Me encanta este hombre.
http://ecodiario.eleconomista.es/europa/noticias/1868155/01/10/Berlusocni-Menos-inmigrantes-significa-menos-criminales.html

-Yo: ¡Bah!, prefiero a Stalin. Tenía menos complejos y, además, ganó la Segunda Guerra Mundial.
http://www.taringa.net/posts/comics/2170343/Comic-de-stalin-contra-hitler,-historia-muy-original.html

- Zprisima: Ahora que lo dices:
http://libertaddigital.com/sociedad/publico-devuelve-la-voz-a-marx-y-a-lenin-1276382974/
y desviando el curso, impresionante la forma que tienen algunos de publicitar consignas políticas a través de panfletos gratuitos dominicales.

"Han querido callarlos de muchas maneras!!..." dicen, de Marx, de Lenin, de Stalin... No bueno, con Stalin seguro que se cortan ¿no? :)
Sobre Il Cavaliere sólo expresar mi admiración hacia él por tener tan buen olfato para terminar con un problema que otros gobernantes, en otros países, tratan con tanta desidia y tanto miedo a no aparentar "corrección".
Y luego pasa lo que pasa.

- Yo:¡Gracias! No tenía ni idea. Sí de Marx y de Engels, pero de Lenin nunca había leido nada. Habrá que comprar el periódico este domingo, seguro que venden la colección a precios proletarios.
Mirándo la lista de libros con más calma, veo que el 27 de febrero venden el "¿Por qué no soy cristiano?" de mi admirado Bertrand Russell. Lo recomiendo fervientemente.
Tambien veo que mañana tienen un libro de Zizek, "En Defensa de la Intolerancia", otro autor del que no he leido nada y por el que siento cierta curiosidad.

En este momento irrumpe un tal Lemuel en la conversación:

¡Bravo! ¡Bis, bis! ¡Menudo ajustadísimo tour de force filofranquista de enamorados entre el zprisima y tú!
Por lo demás, no creo que hayáis sorprendido a nadie con vuestro criminal racismo. Ni con la rabia que, 66 años después, os sigue dando que fuese el malvado Stalin, y no el bondadoso Hitler, quien se alzase con el santo y la limosna en la II GM.
Qué cierto es que Dios os cría y vosotros os juntáis… en la adecuada zahúrda o porqueriza.

Aunque eramos dos y habla de nosotros dos, esas palabras van dirigidas a mí. No es la primera vez que me insultan en internet. Todos los que escribimos por estos lugares cibernéticos estamos acostumbrados a que nos llamen ciertas cosas de vez en cuando. Con saña, muchas veces, e injustificadamente, otras tantas. Es algo que va en el lote: la única manera de evitarlo es renunciar a escribir en este medio.

Normalmente los insultos son señal de impotencia. Son el último recurso de quien se ha quedado sin más recursos; la forma más simple del ad hominem. Otras veces son señal de desprecio. Algo le parece al insultador tal estupidez (o alguien tan estúpido) que ve innecesario argumentar contra ello, pero tampoco se quiere quedar callado. A veces, y aunque pueda parecer contradictorio, los insultos responden a la vez ambos motivos. ¿De qué tipo tendría que catalogar estos insultos de Lemuel?


Tras leer lo anterior estaba más bien enfadado, pero aun no me di cuenta del sentido exacto de tales palabras. Entonces invité a Lemuel a releer con calma lo que yo había escrito y le pedí disculpas. Su última respuesta, que no me dirigió sino a un amigo suyo (supongo que le daría asco escribirme de nuevo a mí) me sacó definitivamente de dudas acerca de qué tipo de insultos eran (las negritas son mías):

Cuanto más mayor me voy haciendo, más crece la repugnancia y el odio que me provocan las muestras, verbales o escritas, de la ideología racista. Repugnancia y odio que se hacen naturalmente extensivos a los propios autores de tales soecias, a quienes de buen grado y con muchísimo gusto suelo literalmente (que viene de 'litera') agañotar algunas noches en mis mejores ensoñaciones no eróticas.
Soy consciente de la completa inutilidad didascálica de cualquier discurso racional dirigido a modificar los criminales puntos de vista de estos hongos mucilaginosos, entre otras cosas porque es dudoso que tales viscosas entidades seudo-antropoides tengan vista y, en consecuencia, puntos criminales que modificar en ella. Lo indudable es que, entre el Rodríguez, el Rubalcaba y estos especímenes arios-puros del foro, me están haciendo perder el poco y mustio sentido del humor que aún me iba quedando.

«Algunas personas se cagan en Dios./ Yo soy alguna persona./ No es de extrañar, así pues, que yo me cague en Dios.» -Silogismo de Smullyan. (Cito de memoria.)


Yo he proferido a veces insultos de desprecio. Quiero pensar que impotencia no, no recuerdo haberlo hecho, pero la memoria juega malas pasadas y a lo mejor me equivoco. De todos modos no soy muy dado a insultar. Cosechar, en cambio, sí me consta haber recibido insultos de las dos clases. Pero hay una tercera: insultos que proceden del sentimiento de odio. Hasta ahora no los conocía, no un odio personal (sí me he sentido alguna vez odiado de rebote, por pertenecer a algún colectivo) pero al leer eso, me he sentido personalmente odiado por primera vez. Lemuel es alguien a quien también conozco desde hace varios años, es una persona que ama el lenguaje. Estoy seguro que cuando escribe medita cada palabra y hasta cada signo ortográfico. Cuando dice algo, es porque es exactamente eso lo que quiere decir.

Algo así es perturbador, como he dicho es la primera vez que me siento señalado por el odio. Además, ¡por considerarme racista!, yo, ¡que ni siquiera creo que exista base científica para hablar de razas humanas diferenciadas!

Nada en lo escrito por mí en ese intercambio verbal con zprisima podría explicar (no digo justificar, sino simplemente explicar) la reacción de Lemuel, así que supongo que la cosa viene de atrás. Lemuel es un comunista convencido y yo… bueno, yo no. Yo soy algo que, tanto zprisima como Lemuel identificarían con la palabra “progre”. Algo que, al parecer, repugna intensa y profundamente a cierto tipo de personas. Incómodo, pero lo tendré que aceptar.

El foro en el que ocurrió esto elimina sus mensajes cuando alcanzan cierta antigüedad, así que probablemente en unos meses todo esto desaparezca. Mientras, por si tenéis curiosidad, podeis verlo aquí.