viernes, 29 de enero de 2010

Paul W. Frame. Dispositivos radioactivos curativos y balnearios

Con permiso del autor, traduzco a continuación el artículo "Radioactive curative devices and spas" de Paul W. Frame, Oak Ridge Associated Universities.


INTRODUCCIÓN

La idea de que algunos objetos tienen propiedades curativas milagrosas no es nueva. Durante miles de años enfermos de todo tipo han viajado largas distancias buscando la cura en las aguas de Bath, en Inglaterra, en las de Badgastein, en Austria, e innumerables otras localizaciones.

En los Estados Unidos, las aguas curativas más famosas fueron las localizadas en Hot Spring, Arkansas. Tan sumamente fueron valoradas estas aguas que en 1832 el Congreso estableció Hot Spring como la primera reserva federal, precursor de los actuales "parques nacionales".

Incluso los militares reconocieron la importancia de estas aguas y establecieron el Hospital General Del Ejército y la Marina allí en 1879. Al principio, al personal tratado con estas aguas se les hacía permanecer en bañeras donde se les bombardeaba con el agua directamente de las fuentes. Sin embargo, las temperaturas de 60 grados generadas provocaron las quejas de los pacientes, que no supieron apreciar que aquello era bueno para su salud. En respuesta fueron instaladas torres de refrigeración para reducir la temperatura.

En 1903, el descubridor del electrón, J.J. Thompson, escribió una carta a Nature en la cual describió otro descubrimiento notable suyo: la presencia de radiactividad en aguas de manantiales. Esto condujo al descubrimiento por parte de otros de que las aguas de muchas de las "fuentes de salud" más famosas del mundo eran también radiactivas. Esta radiactividad es debida a la presencia de emanaciones de radio - lo que ahora llamamos gas radón - producidas por el radio que está en la tierra de la cual las aguas fluyen.

¿Quién podría dudar que fuera la radiactividad la responsable de las propiedades curativas de las "fuentes de salud"? Seguramente no el General en Jefe Dr. Jorge H. Torney, quien escribió (California, 1910) que "Puede esperarse un razonable alivio en Hot Spring para... varias formas de gota y reumatismo, neuralgia; envenenamiento metálico o palúdico, enfermedad crónica de Brights, dispepsia gástrica, diarrea crónica, lesiones crónicas de la piel, etc. "

Más detalles fueron proporcionados por el Doctor C.G. Davis, quien señaló en el "American Journal of Clinical Medicine" que " la Radiactividad previene la locura, despierta emociones nobles, retarda la vejez, y proporciona una vida gozosa, joven y alegre"

El profesor Bertram Boltwood de Yale explicó la base científica para las curas de la manera siguiente: La radiactividad "lleva la energía eléctrica a las profundidades del cuerpo y allí, sometiendo a jugos, citoplasma y núcleos celulares a un inmediato bombardeo de explosiones de átomos eléctricos(1)" lo que estimula "la actividad celular, y activa todos los órganos excretores y secretores... eliminando así los residuos." además, esto era un "mecanismo para la destrucción de las bacterias".

El radón fue considerado tan importante para el agua que se consideró como su elemento vital. Sin radón el agua estaba muerta. El radón era al agua lo que el oxígeno al aire.

Ahora que a la vuelta del siglo XIX la ciencia (o al menos algunos científicos) tenía una explicación para las propiedades curativas de las fuentes, balnearios y centros turísticos asociados con ellos comenzaron un negocio en auge. Los nombres fueron cambiados para incluir el nombre mágico de "radioactividad" o "radio". Visitantes de todas partes acudieron para bañarse en las aguas e inhalar el aire. Palacios de mármol (aun abiertos hoy en día para negocios) fueron construidos a lo largo de las fuentes termales en Joachimstal, en lo que ahora es conocido como República Checa, y lujosos balnearios brotaron como hierbas en Hot Spring, Arkansas. ¡Buenos tiempos!

UN PROBLEMA Y UNA SOLUCIÓN

Había un problema entre tanta euforia: el radón no puede permanecer en el agua mucho tiempo antes de que se desintegre o escape al aire. Por ello, el agua embotellada en los manantiales no sobrevive. Su "elemento vital" se pierde antes de que pueda ser consumida. Así pues el agua radiactiva debía ser bebida en el propio manantial para ser eficaz. ¿Cómo podrían entonces beneficiarse de ella los pobres y convalecientes si los gastos y esfuerzos del viaje fueran inalcanzables?

La solución fue la invención de aparatos caseros que añadían radón al agua potable. En Estados Unidos, el primero y más popular fue el "Revigator", basado en una patente de 1912. Aunque su inventor, R.W. Thomas, no tenía relación con Thomas Edison, fue vendido como un genio de la misma talla, o al menos eso decían los folletos de la Empresa Revigator. Esta empresa, con sede en San Francisco, era lo bastante grande como para mantener numerosas sucursales a lo largo del país. Las ventas del "Revigator" llegaron a varios cientos de miles, una cantidad muy notable si tenemos en cuenta su relativamente alto precio, 29,50 dólares (en 1929)

(Revigator)


El Revigator era "una vasija radiactiva de agua." Un tarro de barro con contenido en radio, de una capacidad de casi 10 litros y con su propia espita. Tenía las instrucciones siguientes en un lateral: "Llene el tarro cada noche. Beba sin límites... cuando esté sediento y al levantarse o acostarse, haga una media de seis o más vasos diarios" El radón producido por el radio de la vasija se disolvería de la noche a la mañana en el agua. En efecto, esto sirvió como "un manantial de perpetua salud en la casa"

Muchos dispositivos similares estaban también disponibles. Entre ellos los mas conocidos eran el "Thomas Cone", el "Zimmer Emanator" y el "Radium Emanator". Sin embargo, estos dispositivos eran colocados en el agua en lugar del agua colocada en ellos. Tenían la ventaja de ser más baratos que el Revigator y eran lo bastante pequeños como para caber en una maleta. Con uno de estos, usted podría disfrutar de las ventajas de radón tanto de viaje como en casa.

Como se podría esperar, la Asociación Médica Americana (AMA) se preocupó de que el público no fuera engañado por charlatanes. Para prevenir esto el AMA estableció unas directrices (en vigor entre los años 1916 y 1929) según las cuales los emanadores aprobados por AMA deberían generar más de 2 µCi (2) de radón por litro del agua en un período de 24 horas. Pocos dispositivos cumplían con estas exigentes normas, ni siquiera el propio Revigator.

PRODUCTOS DE RADIO

Mientras casi todos reconocían la eficacia del radón en el agua, algunos pensaron que la ingestión o aplicación del radio (el padre del radón) sería aún más eficaz. Así, en los años 20 y principios de los 30 era posible comprar productos con contenido en radio: ungüentos, cremas de belleza, pasta de dientes (el radón lucharía contra la caries y mejoraría la digestión), tapones para oídos, chocolates, jabones, supositorios y hasta anticonceptivos.

(Supositorios de radio, "pruébelos y verá qué buenos resultados obtiene", rezaba la propaganda)

Las almohadillas de radio para aplicar al cuerpo eran particularmente populares. Una marca, Cojines Radioactivos Solares Degnens, decía conseguir la energía para sus productos del sol, y debía por ello ser cargada a la luz solar durante varios minutos antes de su uso. Sus 19,50 dólares eran razonables, y además el producto venía con una garantía de devolución del dinero.

¿Demasiado bueno ser verdad? Esto es lo que los fabricantes de un competidor más caro, el Radiendocrinator, pensaron. Sus folletos advertían de la poca confianza que cabía depositar en tales cojines radiactivos y afirmaban que la carga al sol era "Un completo sinsentido. No hay un solo fragmento en la ciencia moderna que pueda respaldar tal teoría".

Comparando, el Radiendocrinator estaba hecho en radio refinado, recubierto de oro de 14 quilates, y enviado en una caja de cuero revestida de terciopelo. Todo ello por solamente 150 dólares. En general, el Radiendocrinator fue diseñado para ser colocado sobre las glándulas endocrinas. Dando un ejemplo de cómo su Radiendocrinator podía ser utilizado, los fabricantes aconsejaron a los hombres "usar el adaptador como cualquier cinturón atlético. Esto coloca el instrumento bajo el escroto como debe estar. Vestir de noche. Irradie según las instrucciones.

Para las víctimas de dolencias respiratorias, había cojines para colocar sobre la boca y/o nariz. Por ejemplo, la "Radium Nose Cup" y el "Radium Respirator". Su eficacia estaba fuera de discusión; ¡el radio purifica el aire inhalado agregándole radón! Citando al fabricante del Radium Respirator (Radium Health Products): "Radio: los científicos lo encontraron, los gobiernos lo aprobaron, los médicos lo recomendaron, sus usuarios lo aprueban, nosotros lo garantizamos, SEGURO, ES BUENO."

No hace falta decir que algunos individuos se aprovecharon de la fe del público en los poderes curativos del radio. Uno de esos individuos era J. Bernard King, fabricante del "Ray-Cura". Éste era un cojín acolchado que según King emitiría emanaciones de radio a las partes enfermas del cuerpo para matar a los gérmenes. Más específicamente, le atribuía la curación del cáncer, la epilepsia, la tuberculosis, y otras numerosas enfermedades.

Al final, estas falsas atribuciones se volvieron contra él. Sobre todo entre los citados por las autoridades federales cuando prohibieron su distribución al haber descubierto que era falso que el cojín de King contuviera radio como él decía, sino que estaba lleno de suelo ordinario.

EL FINAL DE UNA ERA

Lo cierto es que hubiera sido mucho mejor para el público si todos estos productos hubieran sido tan fraudulentos como el Ray-Cura.

Un ejemplo de esto es Radithor. Este producto, líquido, venía en botellas media onza (14 g) y cada botella estaba garantizada por el fabricante para contener µCi 2 de radio. Eben Byers, industrial bien conocido de Pittsburgh, campeón amateur de golf en Estados Unidos y persona de mundo, podría atestiguar la veracidad de las garantías del fabricante. Estaba tan convencido de las bondades del producto que tomaba una media de 3 botellas al día, al menos hasta que murió envenenado por el radio en abril de 1932.

Su muerte extensamente publicada así como las muertes que ocurrían entre los pintores de radio (3), ayudó a enfriar el apetito del público por estas panaceas radiactivas. Los fabricantes de estos dispositivos reaccionaron advirtiendo contra dosis excesivas del radio, recomendando moderación.

La euforia de finales de los 20 y principios de los años 30 fue sustituida por una apreciación de las características letales del radio. Una era llegaba a su fin.

LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN

Los charlatanes de las curas radioactivas, como los viejos rockeros, nunca mueren. Solo desaparecen de la vista. A pesar de las restricciones legales, muchos siguieron fabricando durante las décadas de los 40 y 50. Por ejemplo, los anticonceptivos de radio mencionados anteriormente, fueron anunciados y vendidos tan hasta los 50 por una compañía de Denver.

Que algunos de estos antiguos productos se siguieran usando en la década de 1950 podría ser tomado como una curiosidad trivial. Lo sorprendente es que productos similares, pero totalmente nuevos, ¡han seguido desarrollándose en los 60 y 80!

La década de 1960 vio la producción del Edredón de Uranio Gra-Maze en La Salle, Illinois, una colcha que contiene mineral de uranio para ser colocada en cualquier parte del cuerpo enferma. A diferencia del Ray-Cura de King, en el que que se basaba, este dispositivo no era “fraudulento”, ¡contenía uranio de verdad! Desafortunadamente, esto no fue suficiente para evitar problemas con las autoridades. La producción paró repentinamente en 1965 tras una operación de búsqueda y captura por los agentes federales.

Casi a la vez, un destino similar sufrieron las operaciones de la Ionic Research Foundation en Winter Park, Florida. El producto principal de esta empresa era el Cargador Iónico, un dispositivo para añadir radón al agua potable. Como el fabricante señalaba a sus clientes, las personas habían "sufrido un lavado de cerebro por los gritos de los burócratas y la verdad acerca de los famosos balnearios ha sido perdida de vista”. La publicidad clamaba maravillas del producto, afirmando incluso que su uso tendría un "efecto sedante sobre el sistema nervioso" y que “personas muy irritables… se volverían más tranquilas, perdiendo una inquietante tendencia al insomnio.” Muy curiosamente, uno de estos dispositivos fue descubierto en la década de los 70 en el sótano del edificio del Departamento de Energía (entonces Comisión de la Energía Atómica) en Oak Ridge, Tennessee. Si fue realmente usado no se sabe, en todo caso ninguna cura han sido notificada.

Otro interesante utensilio de la década de 1960 fueron las boquillas para cigarrillos LIFESTONE. Tenían 10 cm. de largo, hechas de cerámica de color gris moteado, y contenían una pequeña cantidad de el radio. Se decía que inhalando el humo a través del radio disminuía la nicotina, volvía el tabaco dulce y suave, y podía "proteger a los fumadores del cáncer de pulmón, proporcionar caras bellas y una excelente salud ".

En 1985, un importador de Kansas logró distribuir en EE.UU 20.000 Desodorizadoras Imperecederas para neveras y congeladoras a 10 dólares la unidad antes de la inevitable visita de los agente federales. Esta desodorizadora, que aun se fabrica hoy en día, es de plástico verde mezclado con arena de monacita con contenido en torio (cuya vida media de 10 mil millones de años parece garantizar lo “imperecedero” del aparato). Los usuarios debían colgar el aparato en la nevera donde la radiación purificaría el aire mediante la destrucción de olores.

Otro dispositivo, japonés, es la placa NAC. Su apariencia exterior es similar a la de una tarjeta, pero con una diferencia importante: contiene en un lado mineral de uranio de baja concentración. La placa está diseñada para ser introducida en un paquete de cigarrillos, donde la radiación "degrada y reduce los niveles de alquitrán, nicotina y gases nocivos" de modo que con la placa NAC "puede disfrutar... del maravilloso placer de ver cómo el humo sube lentamente "y" con los nervios ya frescos y aliviados puede volver a trabajo ".

Lamentablemente, este sofisticado producto no está disponible en nuestro país (Estados Unidos), aunque un importador se puso en 1983 en contacto con la Agencia de Regulación Nuclear y la Administración de Alimentos y Fármacos. Las respuestas de estos organismos de sugerían que la autorización para importar la placa NAC probablemente se podría obtener, pero el asunto parece haber sido abandonado.

Donde la NAC esté disponible, uno podrá reflexionar, mientras disfruta del placer de ver cómo el humo sube lentamente, sobre el hecho de que la placa NAC es la versión moderna de las boquillas LIFESTONE. Más aun, podrá rastrear sus orígenes hasta la “Radium Nose Cup”, el “Radium Respirator” y, finalmente, hasta el radón contenido en las aguas termales.

No hace mucho conocí a un experto en protección radiológica de Bechtel mientras almorzaba en un restaurante local. Nos pusimos a hablar sobre las playas de arenas radiactivas de monacita en Kerala, India, en donde había vivido y estaba por tanto muy familiarizado con el tema. Durante la conversación, dijo que los japoneses habían estado llevando a cabo medidas correctivas en las playas y ¡Enviando los residuos a Japón!

¡Qué revelación! ¿Podría ser que los japoneses hubieran encontrado la solución al problema de la eliminación de residuos radiactivos incorporándolos a productos de consumo y exportándolos a todo el mundo? Técnicamente, este procedimiento es conocido como "de dilución y dispersión".

Hoy en día, los mercadillos son los únicos lugares donde existe alguna remota posibilidad de encontrar un dispositivo radiactivo destinado a purificar el aire, a aplicar al cuerpo, o a añadir radón al agua potable. De todos modos los que estén dispuestos a viajar tienen un par de opciones a su disposición.

La primera es bañarse en los balnearios de Hot Springs, Arkansas. Es cierto que los carteles de "aguas radiactivas" han desaparecido, pero continúan acudiendo visitantes a la noticia de la reciente apertura de instalaciones adicionales (en Saratoga Springs, Nueva York, aún se pueden encontrar señales de agua radiactiva)

La otra opción es visitar las saludables minas de uranio en Boulder, Montana, donde el aire es radiactivo y orgullosos que están de ello. De hecho, la mayor de las seis minas operativas, incluso se llama "Empresa libre mina de radón curativa”. Sus folletos llevan la leyenda "la perspectiva no médica para la artritis". Probablemente así se evita que las autoridades médicas tomen cartas en el asunto y sean de aplicación las limitaciones legales propias de la medicina.



NOTAS DEL TRADUCTOR:
  1. En aquella época no era bien conocida la naturaleza de la electricidad. Tal vez lo correcto sería traducir "electric atoms" por "electrones".
  2. µCi, microcurie, medida obsoleta de actividad radioactiva. Actualmente sustituida por el Becquerel
  3. Entiendo que algunas pinturas tuvieran cierto contenido en radio

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