miércoles, 15 de octubre de 2008

El negocio de la homeopatía. Farmacias

La homeopatía, una de las formas de esa amalgama conocida por "medicina alternativa", fue creada por Samuel Hahnemann a principios del siglo XIX. El principio fundamental en el que se basa esta práctica, citado frecuentemente en latín por los homeópatas, es "similia, similibus curantur", es decir, "lo similar se cura con lo similar".

Al parecer esta teoría se le ocurrió a Hahnemann cuando observó que los síntomas producidos por la quinina en un cuerpo sano eran similares a los síntomas que precisamente debería aliviar. Es como si para aliviar el dolor de cabeza el médico recetara un buen martillazo. Eso sí, otras de las reglas principales de la homeopatía es que los remedios son, cuanto más diluidos, más eficaces. Así que tampoco debe preocuparse el lector con cefalea, el martillazo que le dará su médico homeópata será muy suave.

¿Cómo explicar esto, aparentemente contrario a la intuición? Pues porque Hahnemann tenía la idea de que la raíz del mal de las enfermedades no es físico, sino más bien "energético", de este modo no sería necesaria la intervención de cantidades “masivas” de medicamento. La manifestación física de la enfermedad sería la última fase de una degradación espiritual. "¿Ha visto alguien alguna vez la materia de la gota o el veneno de la escrófula?" Preguntaba Hahnemann a sus críticos.

Años después de la muerte de Hahnemann el físico Garrod y el médico Koch identificaron la materia de la gota (urato monosódico) y el veneno de la escrófula (Mycobacterium tuberculosis) respectivamente.

Hahnemann tiene la disculpa (no así sus actuales defensores) de que desarrolló sus teorías antes de conocerse el origen bacteriano o vírico de muchas enfermedades, antes de que se descubriera la genética, lo que son las vitaminas... y antes de que Frazer describiera los distintos tipos de magia. Según Frazer hay fundamentalmente dos tipos de magia: la magia homeopática y la magia contaminante. La primera de ellas está basada en el principio de que lo semejante produce lo semejante, y la segunda en que las cosas que una vez estuvieron en contacto continúan actuándose a distancia. Ambos principios (no solo el de la magia homeopática) están presentes en las prácticas homeopáticas, y es que la homeopatía es, de hecho, magia. Tan creíble y efectiva en principio como los remedios de cualquier brujo.

Bueno, pues a pesar de esto, las prácticas homeopáticas están reguladas por la ley. No así las prácticas brujeriles en general.

Pasemos ahora a hablar de otro asunto, las farmacias. Éstas gozan de protección estatal, pues para abrir una es necesaria una autorización administrativa que estará sujeta a un procedimiento que establecerá la Comunidad Autónoma correspondiente.

La Unión Europea ha pedido recientemente a España que modifique sus normas de establecimiento de farmacias por ser éstas muy rígidas. Yo no puedo abrir una farmacia, ni contratar a un farmacéutico, para abrirla. El dueño de una farmacia tiene que ser un farmacéutico. Pero tampoco un farmacéutico lo tiene fácil (de hecho, es tan difícil conseguir una autorización, que un farmacéutico puede llegar a pagar hasta 5 millones por un traspaso, en Madrid el precio no baja del millón).

Y lo que yo me pregunto, ¿por qué las administraciones amparan un negocio a la vez que le permite timar a sus clientes? Porque volvamos ahora a la homeopatía. Yo puedo admitir, a regañadientes y en defensa de la libertad, que una persona venda a otra supuestos remedios homeopáticos para sus enfermedades, siempre que estos remedios no perjudiquen su salud. Lo que ya me cuesta más asumir es que la administración proteja a un negocio (las farmacias) limitándole la competencia, por un lado, y permitiéndole vender estos productos bajo el paraguas de la medicina y de la propia protección del estado, por el otro.

Pero la cosa es aun peor, no solo es que la administración permita estos timos por parte de las farmacias a las que protege, es que como podemos ver en la web de la Federación española de Médicos (?) Homeópatas, La comercialización de los medicamentos homeopáticos está regulada como de venta exclusiva en farmacias. De este modo, cualquiera que quiera fabricar y vender productos homeopáticos, solo podrá hacerlo a través de las farmacias, incrementando así su negocio.

A mi me parece algo escandaloso.


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